EL ENCANTO DE YANAMACHAY
Autor: Napoleón Culqui Valdez
Era media noche en el pueblo de la Jalca Grande,
cuando de pronto taladrando la oscuridad y el silencio:
-¡Tan!, ¡tlan!; ¡tan!; ¡tlan!; ¡tan!; ¡tlan!…-
comenzaron a doblar las campanas de la vetusta torre de piedra.
Este sonido monótono, cargado de profunda
melancolía, produjo un miedo cerval en Timoteo.
El, a esas horas, estaba llegando al pueblo,
mientras tanto en la casa de Angelina este tañido fúnebre indicaba la parte
central de la ceremonia de celebración del primer año de la desaparición de su
hijo.
Hombres y mujeres, envueltos en sus ponchos y
llicllas (1) de lana, acurrucados sobre esteras de bagazo, elevaban plegarias
por el alma del difunto. Pero no sé si lo hacían por devoción o sabiendo que
había que bastante caldo de gallina y dos peroles de Sanco de
Chiclayo (2).
Seguían doblando las campanas, desparramando su
amargo sonido.
Timoteo se detuvo a tomar aliento en la lomita,
junto a la cruz de Chulo, ya que prácticamente en el pueblo. Se persigo tres
veces, pensando, “a la lao, algún paisano prójimo habrá fallecido “.Y el
sudor caliente que bañaba su rostro, debido al largo y empinado camino que había
recorrido , se tornó helado. Tirito. Lo estremeció un escalofrío y un vago
presentimiento. Lo que nunca, es esos momentos, empezó a tener miedo.
Angelina, al escuchar los cantos y oraciones
fúnebres, recordando a su extinto hijo rompió el llanto. En tanto que Timoteo,
serenándose y cobrando valor, recorrió el Jr. San Felipe Santiago hasta la
plaza y luego se encamino por el Jr. Alonso de Alvarado para llegar a su casa.
Seguía doblando las campanas.
Prontamente, Timoteo se dio cuenta que los rezos,
canticos y llantos salía de su vivienda que estaba ya a pocos metros.
-¡Dios, mío! ¡Esto no es posible! ¡Esto no es
posible!… si ayer los deje a todo bien
-dijo a media voz, alargando más sus pasos.
Con su al forjita al hombro, se asomó a la puerta
y, abriéndose paso entre gente, ingreso rápidamente hasta media sala.
En eso, al verlo, varis gritaron en coro:
-¡El muerto! ¡El muerto! ¡El muerto!…
Entonces, mucha gente, empujándose, cayéndose y
levantándose salió corriendo; mientras que otros se quedaron en el piso
desmayados.
El pánico cundía por toda la casa.
Timoteo, parando en media sala, ante este súbito
alboroto, estaba confundido. Miraba por todos lados. No entendía lo que
ocurría. Pues, hasta el cantor que había estado dormitando también, botando su
violín se escapó despavorido por la puerta.
Seguían doblando las campanas.
¿Qué ocurría en realidad?
***
“Anda a Chachapoyas y lleva
este papelito al señor prefecto. Es muy urgente. Toma esta plata para que
compres tu chicha por el camino”, le había dicho al gobernador del pueblo de la
jalca. Y la Angelina, mujer viuda, que quería tanto a su hijo, viendo que ya
era más de mediodía, rápido, rápido no más había molido en el batán maíz blanco
y mezclándole en huevos y manteca de chancho había hecho tortillas para su
fiambre. Además le había dicho. “lleva tu poncho y alforja nueva. Y si te
quedas en chacha te hospedas en la casa de tu padrino Eloy Valdez”
Era martes dos de mayo, día de la santísima cruz.
Así, de esta manera Timoteo había partido de la
jalca rumbo a Chachapoyas.es de saber que Timoteo era un gran
caminante. Ya un tiempo se iba a los temples de Cocabamba, Quiquis, Mendan,
tupen o Livian por las riberas del Marañón, para traer coca; ya se marchaba con
don Guillermo Culqui a las minas de sal de yurumarca; ya dos mayordomos
le solicitan que vaya a los valles del triunfo, Challuayacu, shocol, Limabamba,
Chirimoto o totora para traer el aguardiente, chancaca, frutas y dulces para
las fiestas; y, en muchas ocasiones, enviado por don Javier Silvia, viajo hasta
Uchucmarca, en la provincia de Bolívar, llevando negocios de sal a cambio de
lana.
Pues, el Timoteo era de mandados, muy provechos los
asuntos de caminata y arriería.
Y en esta ocasión, como siempre, corre y corre y
había bajado hasta el pequeño poblado de zuta para de allí tomar el Capac Nan o
camino real.
Aquella tarde zuta estaba de fiesta.
A Timoteo le recibieron con varios pates (3) de
chicha de jora. Por eso, medio picadito, tardecita siguió su camino. Ligero,
ligero paso por la altura de pumachaca.
De repente, cerca de yanamachay, Timoteo escucho
tinyas y antaras. Se acercó más y más se dio con la sorpresa que había
una gran fiesta en pleno camino. Los sirvientes, igual que en zuta, al verlo
llegar, la ofrecieron uno, dos, tres y más pates de aloja, famosa chicha de
jora que emborracha rapidito, le invitaron a bailar y quedarse en la
celebración, diciéndole que más tarde, cuando salga la luna ya podría seguir su
Camino.
Timoteo todavía estaba soltero y sin compromiso
alguno. Pero era en fregao al ver tanta china (4) fiestera decidió
quedarse en la jarana. Ahí no más vio una shipash (5) solita y la saco a bailar
barias veces. Zapateándose y asiéndose el gracioso bailaba y la muchacha que se
reía no más, como aceptándole.
Ya se anochecía y Timoteo seguía bebiendo y
bailando.
En eso, de que prendan unos mechones blancos,
Timoteo, sin perder tiempo, se la tiro al hombro a la cholita y la llevó
carrera y carrera para el monte y ella riéndose, riéndose no más se iba.
Timoteo con tanta chicha que había tomado estaba
borracho. Por eso se tropezó y cayó varias veces y la cholita que se dejaba
cargar nuevamente y riéndose no más se iba. Pero, en eso, se cayeron y se
rodaron y ella riéndose no más se fue rondando.
***
Al segundo día, ya cerca del anochecer, Timoteo se
despertó con bastante sed y hambre. Empezó a recobrar el sentido. Se dio cuenta
que todavía estaba abrazado a la cholita y que ella también lo abrazaba
fuertemente.
Esto le dio un hábito de felicidad.
Pero, despertándose bien se percató que estaba en
una cueva y que tenía en sus brazos a un esqueleto sonriente.
Entonces, rapidito se levantó y se quedó entre
asombrado y pensativo.
Luego de un instante tomo su al forjita y saco un
puñado de coca y dos tortillas de maíz blanco para ofrendar por el alma de la
cholita.
En ese momento no tenía nada de miedo.
Echo de menos el papelito que le había encargado el
gobernador y no había. Por eso decidió volver a la jalca, pensando también
“para hacerme limpiar, no vaya ser que me agarre alguna enfermedad de los abuelos”.
Ya se oscurecía otra vez.
Al salir de la cueva y tomar nuevamente el camino
de regreso volvió a escuchar que había un segundo día de fiesta en yanamachay.
Lo mismo se dio cuenta que en zuta la fiesta
seguía, pero el burlando la mirada de los sirvientes, ya no se quedó en esta
ocasión.
Seguir su camino al pueblo de la jalca con ansias
de llegar lo más pronto posible.
En Santa Rosa, al sentir cierta debilidad, se sentó
a descansar por más de dos horas. Luego, tomando bastante agua del pozo, siguió
su camino rumbo al pueblo de la Jalca.
Era ya casi cerca de madia noche.
***
Y esto sucedió en la casa de Angelina cuando llego
el Timoteo.
La Angelina, que por más de dos minutos se había
quedado en un estado de complicación y asombro, entre asustada y alegre,
recobrando un momento de serenidad se dirigió a su hijo:
-Hijito, hace un año que no he sabido nada de ti.
¿Cómo puede ser un año? No pué ayer en la tarde he viajado a chacha.
Mientras esta conversación pasaba, poco a poco la
gente que volvía en si se alejaba rápidamente de la vivienda.
Timoteo había dormido en año en los brazos de la
hermosa cholita de yanamachay.
